Quiero gritarte mi agradecimiento más sincero por tenerte en mi vida. Mil millones de gracias por todo tu amor, cariño, cuidado y dedicación hacia nosotros. Jamás habrá nadie como tú abuelito, tan bueno, cariñoso, respetuoso, divertido, risueño, atento, eres auténtico, eres naturaleza y bondad. Estoy convencida que toda la energía fluye y permanece, todas las vidas que has salvado, por eso sólo te esperan cosas muy buenas y nos veremos allí donde llegues. Tenemos una suerte inmensa de tenerte en nuestras vidas y en nuestra familia. Me quedo con tantos momentos a tu lado, solo tengo buenos recuerdos contigo, y no es un decir, nunca has tenido maldad ni una mala palabra. Recuerdo cuando estaba en Miranda en tu casa, te levantabas bien temprano, con mucho cuidado para no despertarme, cuando ya abría los ojos te encontraba en la cocina, habías ido a comprar lo mejor para nosotros, tenías también tus plantitas aromáticas, se respiraba naturaleza, no es casualidad que te apellides Romero y ya nos habías hecho un zumo de naranja bien grande y estabas en proceso de preparar la comida con un amor que, cómo explicarlo, jamás he vuelto a probar platos iguales en mi vida.
Recuerdo también cuando era pequeñita y venías en coche a verme a Logroño, cuando entrabas por la puerta por sorpresa y oía "cuquiii!", lo decías con una gran sonrisa sana y una cara de pícaro y mi madre gritaba desde el recibidor "¡mira quién está aquí, el abuelito!, ha venido a estar contigo". Yo iba corriendo, el día más feliz de mi vida. Tengo muchos días de esos porque me visitabas siempre, siempre a mi lado, por eso he sido tan feliz. Esos días me venías a buscar al cole, te quedabas en vela por las noches a mi lado para taparme si me destapaba, "ya estoy aquí, bonita". Cuando caía mala eras el primero en en venir a cuidarme. Y el primero también para apoyarme y escucharme atentamente en cada paso que he dado, te quedabas embobado cuando te tocaba el piano. "Nunca dejes de tocar, bonita, lo haces muy bien", me decías. Y en primavera, a pesar de la situación que está viviendo el mundo, en ti no ha habido ningún virus que te dijese cuando irte, quizá has elegido irte en esta estación porque es cuando la naturaleza está en su máximo esplendor, viva, y es la estación en la que rescatábamos juntos a los pajaritos que se caían de los nidos, tú los sacabas adelante, me enseñabas a cuidarlos, has sacado adelante tú solo a tantas personas, a tus hijos desde que la abuelita Carmen se fue demasiado pronto. Tú solo nos has sacado adelante a todos, eres un hombre con una fortaleza que yo jamás tendré, sólo la tienen tus hijos. Gracias por vivir la vida con una sonrisa en la cara y en esos ojillos verdes y esa fortaleza y cariño en el corazón que no te cabe en el pecho, no paras de enseñarnos cosas. Nos has transmitido un cuidado y una sensibilidad por la vida humana y cariño por la naturaleza, también una generosidad de dar a los demás desinteresadamente que hoy en día ya no se ve. No sé como agradecer la suerte que he tenido de compartir la vida con una persona de tu altura. "Yo ya no puedo, cuídate tú bonita, pásalo bien y disfruta de la vida". Sé que irte te duele más a ti, porque eres así de entregado y te dolía en el alma ver cómo ya no podías cuidarme como antes. Me cuidaré abuelito, lo prometo, te amo como jamás querré a nadie, siempre te llevo conmigo. Nos has entregado tu vida cuidándonos. Ahora descansa mucho, te lo mereces.